Nazareno. Escena III. Caramelos en el Culo
Merindad, merovingio, metraquilato, metafonía... emm...aquí está. Metáfora: tropo que consiste en trasladar el sentido recto de las voces a otro figurado, en virtud de una comparación tácita.
Tropo, comparación tácita. Sí, comparación tácita, tropo. ¿Qué es un tropo? Emm... tomentoso, trasandosco, tupi, trompear... trompillón... tropero... Tropo: empleo de las palabras en sentido distinto del que propiamente les corresponde, pero que tiene con este alguna conexión, correspondencia o semejanza. El Tropo comprende la sinécdoque, la metonimia y la metáfora en todas sus variedades. ¿La sinécdoque? ¿la metonimia?... La ostia.
¿Dónde estaba el padre lánguido, grillado, estrambótico, esperpéntico, desaliñado? ¿Qué había sido de sus rollizas grasas y de su amondongado y atocinado culo? Ni idea. Esa fue la única y coherente respuesta que encontró. La sinécdoque y la metonimia. La primera parece nombre egipcio y la segunda un compuesto químico o algo relacionado con los glóbulos rojos. O con los blancos. Por otra parte, no se como estos últimos pueden seguir blancos con tanta sangre alrededor. La salida de su hermandad, a las nueve y cuarto de la tarde. La Capilla de San Andrés, en pleno centro del casco antiguo. Terminó de colocarse la capa morada. Había intentado contactar con Isabel para aclarar las cosas, pero no pudo localizarla. Seguía confuso, se puso el capirote, salió del piso, bajó la escalera.
No había hecho más que darle vueltas a la cabeza tratando de conectar los singulares incidentes para darles una explicación. ¿Qué había ocurrido con su padre? Algo increíble ¿Cuándo había comprado aquella ropa? La enfermedad mental le había creado tal inseguridad en si mismo que dependía de los demás para cualquier cosa. No era habitual que saliera sólo a la calle, y menos a unos grandes almacenes donde el menor bullicio le angustiaba. Tenía que reconocer que tenía un aspecto formidable, sobre todo por la extraordinaria pérdida de peso, pero le preocupaba como lo habría conseguido. No podía ser ¡Era imposible! Hoy en día no existía una dieta de tales características ni con resultados tan contundentes. Había mencionado algo sobre un corresponsal de la Junta de Andalucía, y algo sobre su madre, pero evidentemente se trataban de nuevas ideas delirantes provocadas por los desvaríos de su enfermedad, ya sabemos que la madre los abandonó hace tiempo. ¿Y la tía de la estación? Le comentó que el viernes no era festivo. Parece que su novia opinaba del mismo modo.
Llegó al portal del bloque donde en esos momentos había un chavalillo repartiendo propaganda de pizzas que nada más verlo se puso casi a temblar y a intentar pasar desapercibido introduciendo más propaganda en los mismos buzones.
_ ¿Es que nunca has visto un nazareno, chaval?_ y avanzó hacia él imitando una aparición fantasmagórica, caminando y alzando los brazos al estilo momio.
_ ¡Huuuuuuuuu!
_ ¡Por favor! ¡Se lo pido, por favor! _ decía el mozalbete aterrorizado.
_ ¡Calma, calma, que no pincho! ¡ja, ja! ¡Huuuuuuuuu!
¡Oh! Aquellos años dorados de la literatura. Que envidia. Intentaré hacer un tímido ensayo de aquella época.
_ ¡Hijo de puta! _ El zagal pregonero, sin mas auxilio que el grito exasperado, blandió la alforja divulgativa como si de un artefacto belicoso se tratara, y cargó mamelucamente con un solo propósito y máxima: el desnuque del pendenciero y espantajórico ser. La certeza del embate no trascendió al esperado descuajo del pescuezo pero sí al arreo efectivo de tres descomunales macutazos, que aderezados con patadones de borrico con ataque de nervios dejaron al agresor encapuchado fuera de combate y casi fuera del portal. El mozalbete, nada más derrocar a su oponente, salió pitando como galgo de carreras tras campana y liebre dejando atrás unas lindezas y agravios sólo aptos para oídos mayores de cincuenta años, que si sordos, mejor. ¡Oh! El preciado capirote, que antaño se alzaba firme apuntando a los cielos para elevar el espíritu de este penitente de pena, mostrábase ahora mustio, y quebrado en dos señalaba a una loseta rota. El propagandero no se veía ya por ninguna parte, como el viento helado del norte se había alejado en volandas, dejando fiel testimonio al calar los huesos del malparado asustador, ahora asustado.
Sismo, simbolar, sinéresis, síndico, mm...sí... Sinécdoque: tropo que consiste en extender, restringir o alterar de algún modo la significación de las palabras, para designar un todo con el nombre de una de sus partes, o viceversa; un género con el de una especie, o al contrario; una cosa con el de la materia de que está formada, etc... La hostia con el tropo, la hostia con la... sinécdoque... he leído cinco veces la definición y aún no se que coño quiere decir. Buscaré la otra. ¿Cómo era? A ver, a ver...sí, metominia. Meticón, metijón, metisaca...¿metisaca? ¿que borde, no? A ver... Metisaca: Estocada imperfecta, en la cual el diestro clava el estoque en la res y lo saca rápidamente sin soltarlo, por considerar imperfecta la estocada. De borde nada, eso es de bruto. De bruto perfeccionista. ¡No me ha gustado la estocada, no me ha gustado! Pues ala, un mete y saca y ya está... ¡Vaya! ¡Otra vez! Pues nada, nada, no pasa nada, otro mete y saca y....¡Vaya...! ¡Mierda de diccionario! No encuentro metominia, sin embargo hay una palabra muy parecida: metonimia. ¿Era metominia o metonimia? Veamos el significado de metonimia. Metonimia: Tropo que consiste en designar... Era metonimia.
Por séptima vez participaba en la procesión del Miércoles Santo, aún así, no se acostumbraba a pasar cierta vergüenza cuando lo miraba la gente, y eso que por el antifaz iba de incógnito. A medida que caminaba notaba algo raro en el ambiente, diferente a otros años, las miradas eran distintas, algunas personas se apartaban a su paso con el mismo miedo que tuvo el chaval en el portal. No lo entendía, era simplemente un nazareno más, y en Sevilla habría cientos, ¿por qué ese asombro? ¿por qué ese miedo?, algunos coches pitando, algunas personas señalando, algunos comentarios extraños, algún....
_ ¡Superpico!! ¿Dónde vas con ese tipo? Ja, ja… _ algún graciosillo. Pensó que se trataría de una pandilla de golfantes en un coche robado, ¿pero, y las expresiones y comentarios de los demás? Comenzaba en verdad a preocuparse. Se había acercado a un abuelo y a su nieto con la sola intención de darles un caramelo. Desde cuando se responde a este gesto así:
_ ¡Metete el caramelo en el culo, mamón! ¡Anda, vete de aquí, vete de aquí!, que llamo a la guardia civil ¿eh? ¡Venga... a ver si tienes huevos de tocar al niño! ¡Bicho raro... venga... atrévete, venga...!
Había recorrido ya algo de camino cuando se dio cuenta que a pocos pasos le seguían un grupo de personas. Iban tras él, sin lugar a dudas, porque cuando se detuvo para comprobarlo, todas lo hicieron igualmente. Anduvo, y ellas también. Mosqueado se dio la vuelta y dio unos pasos desafiantes.
_ ¿Qué coño pasa, eh? ¿Qué pasa?
Se formó un tremendo barullo. Una mujer se asustó y chilló. Un niño le lanzó una lata de refresco. Otros dos le imitaron con piedras. Una potente sirena de policía intervino justo en el momento de caerle medio bocadillo de chorizo. Los agentes subieron el coche a la acera impidiendo la posible huida de Pedro. Uno de ellos se aproximó al encapuchado mientras el otro permanecía atento, con la puerta del vehículo abierta y la mano apoyada en la pistola.
_ No se mueva. Quítese ese gorro con mucho cuidado, y entrégueme su documentación, por favor.
Pedro no se esperaba esto. Se quedó helado. No sabía que hacer ni que decir.
_ Se lo vuelvo a repetir. Quítese eso de la cabeza lentamente, y enséñeme su documentación.
_ Oiga... ¿Qué...? ¿Será broma, no? ¿Se puede saber que…?
_ ¡Está usted alterando el orden con esa facha! ¿Venga...vamos a portarnos bien y haga como le he dicho... despacito...quítese ese pico y enséñeme la documentación…
Pedro no llevaba documentación.
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