viernes, 30 de marzo de 2007

Nazareno. Escena VI. Cada cosa en su Sitio




Servicio Andaluz de Salud. Hospital de Lázaro Informe de Alta

Nombre: Pedro Sáncho Lozano
Núm. Historia Clínica: 12/ 01
Resumen de la historia clínica y exploración física:

Paciente ingresado en estado confucional alucinatorio agudo, injertados en la toxicología que padece, con gran agitación y sin conciencia de enfermedad. Ingreso involuntario y urgente. Trasladado a este Hospital por unidad de policía local tras ocasionar varios altercados en la vía publica con intentos de agresión. Descompensación aguda psicopática con ideas delirantes paranoides, dice pertenecer a unas hermandades de vírgenes, que hay panaderos vestidos como él por todas partes (descalzos, antifaz negro de gorro puntiagudo prolongado, y capa morada), y que la gente intenta confundirlo mediante “señales” y sentimientos alternativos de posesión y referenciales.

Negativa total a hacer tratamiento y se procede a inyectarle cócteles IM a la fuerza. Cuando ya las nalgas no aguantan más, intentamos pasar al tratamiento oral, se niega rotundamente y se procede a sujetarlo a la litera y metérselo por sonda nasogástrica. Desde ese momento hace los siguientes tratamientos sin el menor problema. Mejoran sus ideas delirantes y trabajamos su conciencia de enfermedad. Afirma que hará el tratamiento en casa y se compromete a ello.

Risperdal 3 mg. comprim. 1, 1, 1
Etumina comprim. 1/2, 1/2, 1
Akinetón comprim. 1, 1, 1

Dr. M. Reina Gutiérrez


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Había estado alojado en esta fonda para hidalgos quijotescos más de dos semanas. Un molino al que vencer, un gigante astuto que no se derriba de una sola pedrada, una fortaleza a la que se puede acceder fácilmente, y que para salir se asemeja al laberinto intrincado y diseñado por Dédalo, sólo que éste pudo zafarse alzando el vuelo con sus célebres alas de cera. En el laberinto de Pedro lo primero que hacen es eso, cortarte las alas. Pedro se negó a firmar el documento de ingreso voluntario, por lo que ese ingreso era ilegal, incluso lo habían amarrado a la cama para para suministrarle la medicación mediante un tubo metido por la boca hasta el estómago, pero eso daba igual, porque digan lo que digan, una persona cosiderada enferma mental tiene los mismos derechos que una garrapata. Hay establecidas unas normas de comportamiento, si las inflingimos se nos aplica un castigo. El comportamiento de Pedro no requería tal castigo.



Pedro pasea con su novia por la calle Luis Montoto. Hacia tres días que había salido del hospital. Desde entonces no ha vuelto a tomar el tratamiento indicado, a pesar de las insistentes recomendaciones de la doctora y de la presión de su familia, sobre todo la de su novia. En el rincón de un portal, un mendigo medio borracho canturrea.

_ Teengo una vaaca que se llama Elviraaa, teengo una vaaca que se llama Elviraaa, y se me ha elvidaoo, se me ha elvidaooo, que tengo una vaca que se llamaa, que se llamaa…que se llamaaa…

_ No quiero acabar así, Isabel.

_ Has cambiado, Pedro, y mucho. Tendrás que tener cuidado.

_ ¿Cuidado con qué? ¡Soy el que soy, y digo lo que pienso! ¡No soy ningún bicho! Yo no he sido el que ha cambiado. Ha sido el mundo. De buenas a primeras a girado todo tan bruscamente que casi me escoño. La gente, esos templos con esa estúpida religión, esos tontos peinados, mi familia… yo no tenía ese padre que tengo ahora, y mi madre…mi madre ya no existía, nos había abandonado. No entiendo lo que ha pasado, pero te juro que aclararé esto sea como sea. ¡Y tú! ¡Que me dices de ti! ¡Tú si que has cambiado, tú si que estás distinta! De lúcida, has pasado a tener una mente de lo más infantil y ridícula.

_ Pedro, por favor, no empecemos. No creo que tengas ningún derecho para hablarme de esa manera, ni en ese tono. Ni derecho, ni razón. Parece que has olvidado que ha sido a ti al que han ingresado, no a mi. Tus desvaríos y soberbia son las que mueven tu boca, no el sentido común, está claro. Y sigo sin comprender como clamas tranquilamente mi ignorancia, cuando es la tuya la que te impide ver tus absurdos y extravagantes contrasentidos. El primero que tiene ideas y pensamientos disparatados, eres tú, Pedro. Tú si que tienes la mente infantil creyendo en vírgenes pariendo, o en hombres caminando sobre las aguas. Y no se como ha podido ocurrir en tan poco tiempo, pero has adquirido eso que llaman doble personalidad. Los pensamientos de ese otro que llevas dentro no son buenos amigos de la cordura, te están haciendo daño, Pedro. Mira a tu alrededor, observa bien lo que te rodea, esto es realidad, pura y sencilla como la vida misma, sin más, y te aseguro que no se trata de ningún tebeo para niños. No es un comic de héroes con capas moradas, es algo más serio que eso.



_ ¡Doble personalidad, doble personalidad! ¿Tu sabes lo que tiene doble personalidad? Te lo voy a decir. ¡Mi carajo! Que unas veces está para arriba y otras para abajo.

_ ¡Grosero! ¡Asqueroso! No sólo estas perdiendo la cabeza, también la verguenza. Escúchame, bruto, haz un esfuerzo, piensa un poco, por favor, escúchame. Mis pensamientos, a diferencia de los tuyos, no han sido creados de buenas a primeras por ningún desgraciado, sino por profetas realmente iluminados. Esas inspiraciones han sido admitidas a lo largo del tiempo por la razón de instruidos e ilustres personajes. Gente con conocimiento, Pedro, con sabiduría. Si mi religión es la que impera en este mundo, y no la tuya, es por alguna razón, piénsatelo. No puede estar todo el mundo loco. Además, está la medicina, una ciencia en constante progreso. Tu médico ha dictaminado que estas enfermo, acéptalo. Son demasiadas personas, demasiados argumentos sólidos en tu contra.

_ El hecho de que todos penséis igual no significa nada. No quiere decir que a la fuerza llevéis razón. Estáis todos colgados, y tú la primera. ¡La sacerdotisa de los bichos verdes número uno!

_ ¡Pedro! No permito que me insultes.

_ Y referente a que no puede estar todo el mundo loco, ahí si que te doy la razón, porque falto yo. Este que está aquí aún no cree que bichos como mocos tengan algo que ver con dios, estaría bueno.

_ Deberías pensártelo bien, Pedro. Si sigues por ese camino destrozaras nuestras vidas y las de tus padres. No haces otra cosa que discutir y discutir. Estás siempre tenso y alterado. No deberías haber dejado la medicación, deberías...

_ ¡Debería! ¡Debería de acabar cuanto antes!. No puedo aguantar más. Todo esto es superior a mí. Voy a confesártelo Isabel. Esta mañana fui a la giralda, para tirarme del campanario y terminar de una puñetera vez con todo, pero claro, ni giralda, ni catedral, ni leche. ¡Ala! ¡Voy al centro y quieres que venga tan pancho, como si nada, después de comprobar como ha desaparecido de esta puta ciudad, su puta catedral!



_ No hace falta que levantes la voz, ni que digas tantas palabrotas. Controla tu lengua por favor. Nos está mirando la gente. Date cuenta que no se te puede contrariar. Debes hacer caso a tu médico antes de que esto te descontrole totalmente y no puedas dar marcha atrás. Es cierto eso de que a los locos hay que llevarles la razón o se violentan. Vuelve a tomar el tratamiento, Pedro, te lo pido por favor, hazlo por mi.

_ ¡¡Una mierda como un camión!!

_ ¡Te he dicho que no alces la voz! Si sigues así, me marcho.

_ ¡Que no alce la voz, que no alce la voz! ¡Y que quieres que haga! ¿Que me tranquilice? ¡Pues, ea! ¡Vale! ¡Lo decido en estos momentos! ¡Una mierda para los nervios! ¡Ni trastornado, ni leche! ¡Me voy a tomar esto con entereza, calma y filosofía! ¡Voy a salir de esta porquería como sea! ¡Lo juro por tus muertos o por los míos! Así que tranquilo, ya estoy tranquilo. Encontraré una explicación a todo esto. No te preocupes más, Isabel...

En esos momentos pasaban un grupo de personas con atuendos y aderezos característicos de la religión molusquera. El pecho lo llevaban desnudo, con algunos caracoles vivos adheridos. Caminaban despacio, demasiado despacio. Sus creencias así lo exigían. Nuestro amigo no lo pudo evitar y desatendiendo sus ultimas frases se encaró con ellos.



_ ¡Y a la gente que le den por culo! ¡Que se enteren bien! ¡Que le den por culo!

_ ¡¡Pedro!! ¡Ya está bien! ¡Me voy! Avísame cuando tomes tu medicina. _ Isabel se alejó enojada, sin mirar hacia atrás.

_ Vete, vete. Y no se te ocurra volver, so babosa, que te meto tus contradicciones por las orejas.

Uno de los integrante del grupo insultado se dirigió a él, prudentemente y portando media sonrisa le entregó un caracol a modo de paz y concordia ¿A quien se le ocurre? La rabia de Pedro estalló.

_ ¡Aaah! Esto es lo que yo hago con vuestros bichos _ el animal tenía una buena concha y le estaba costando algo de trabajo, pero por fin pudo introducirlo en uno de los agujeros de su nariz.

_ ¡Cada cosa en su sitio, coño! ¡Qué! ¿Pasa algo?

Con aquello metido hablaba algo raro. El temor del grupo se vio reflejado en sus pasos, que prescindiendo por un momento de los principios religiosos avivaron la zancada para alejarse cuanto antes de allí, y se arrimaron al sentido común, al aborigen instinto que les gritaba alejaos, que este tío está como una cabra.

_ ¡No corráis! _ gritaba Pedro gangosamente.

_ ¡Lo grande que son los tíos y no piensan más que en los en los cojones de los enanos… digo…en los enanos de los cojones ¡Cuernos, muchos cuernos es lo que hay! ¡¡Babosos!!

Una potente sirena de policía acompañó en ese preciso momento la escena. La misma patrulla, los mismos agentes.

_ ¡Ah, no! Esta vez si que no.



Salió corriendo en la misma dirección que el grupo religioso. Estos vieron como se les venía encima el tragabichos y gritaron aterrorizados, pero Pedro los dejó atrás cruzando la carretera y dando bandazos. Un autobús casi se le hecha encima. Sigue corriendo. Escucha a los agentes tras él.

_ ¡Deténgase!

Y Pedro vocifera gangosamente por culpa del animal introducido.

_ ¡Tu puta madre! ¡Se va a parar tu puta madre!


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